¿Por qué se recuperan tan rápido los atletas? ¿Son los atletas de otra pasta? ¿Tienen algún truco? Vamos a procurar dar contestación a estas cuestiones… Esta expresión popular, empleada frecuentemente en el momento en que un atleta logra un logro fuera de lo normal, es asimismo aplicable en el aspecto meramente físico, en lo que se refiere a los tiempos de restauración de ciertas lesiones.
Los ejemplos, están a la orden del día. A menudo vemos a futbolistas de élite padeciendo una ruptura de fibras de la cuál se sobreponen en menos de veinte días. Este periodo de restauración, en términos generales, resulta impensable en cualquier persona normal.
Además, en otros deportes como el ciclismo o motociclismo se recuperan en tiempo record de las lesiones de clavícula o antebrazos, son algunos ejemplos de las supuestamente prodigiosas curaciones de atletas de elite que nos hacen dudar de cuál puede ser el misterio de semejantes prodigios regenerativos. Si se examina pausadamente, las diferencias se encuentran en el conjunto de procesos que se suceden tras padecer una lesión.
DIFERENCIAS ENTRE DEPORTISTAS AMATEURS Y PROFESIONALES
Tiempos de diagnóstico y tratamiento
Tanto en el caso de atletas profesionales como principantes tras una lesión se suceden una serie de procesos:
Opción de tratamiento.
En el caso del atleta no profesional, este procedimiento acostumbra a perdurar múltiples días, al tiempo que en el atleta profesional un día acostumbra a ser suficiente, pasándose prácticamente inmediatamente a las sesiones de restauración.
Restauración
En el caso del atleta profesional las sesiones de rehabilitación, acostumbran a ser realmente exigentes y también intensivas, singularmente si se requiere la participación de este en un acontecimiento de relevancia.
A este particular, hay que incorporar la singular relación que acostumbra a existir entre recuperadores y atletas de elite, los que conocen perfectamente las necesidades concretas del paciente no solo en el aspecto físico, sino más bien muy frecuentemente en el aspecto sicológico, procurando eludir la obsesión de este por recobrarse, centrando las conversaciones que brotan a lo largo de las largas horas de tratamiento en temas extraños al campo deportivo.
En el caso de atletas principiante, sin la imperativa necesidad de competir y, normalmente con menor predisposición de tiempo y medios, las recuperaciones acostumbran a ser menos intensivas.
Divergencias en tratamientos y procedimientos de rehabilitación
Conveniencia de la aplicación de frío
Se aplica justo después de padecer la lesión con la intención de eludir la inflamación de la zona. La imagen de un atleta en el banquillo tras lesionarse con una bolsa de hielo, es tan gráfica como ejemplarizante. Ciertos autores no obstante, mantienen la relativa relevancia de frenar la contestación inflamatoria, cuestionando aun su conveniencia, fundamentándose en que dicho mecanismo es una contestación del organismo a una agresión externa en la cuál se generan una serie de substancias que pueden resultar precisas para la restauración del organismo. Si embargo, la necesidad de apresurar el proceso de restauración desecha las renuencias a aplicar el frío para eludir una inflamación artículo traumática.
Conveniencia de acortar los tiempos de recuperación
Está claro que por muchos aparatos de última tecnología, procedimientos novedosos o bien, fisioterapeutas de primer nivel que se empleen, siempre y en todo momento hay unos tiempos de restauración recomendados. La reducción de tales tiempos, acarrea un peligro, como hemos convocado en otros artículos, del cuál el equipo médico y atleta deben hacerse cargo y aceptar o bien no.
Es verdad que, como asimismo se ha comentado, los avances en el campo del diagnóstico y prevención (como la máquina que emplean ciertos equipos de futbol para pronosticar probables lesiones) han reducido estos peligros aunque, no los han eliminado plenamente.
¿PERO ESTÁN HECHOS DE OTRA PASTA?
Es cierto, que la predisposición de equipos, materiales y medios, pueden favorecer y apresurar las recuperaciones de forma sensible en cualquier persona y, que su predisposición acostumbra a estar limitada a profesionales que justifiquen la inversión.
Pero, las inacabables y continuas sesiones de restauración, tratamientos medicinales y otras incomodidades inherentes al tratamiento, precisan de un paciente con un umbral del dolor sobre la media y, una fuerza de voluntad del mismo modo superior.
En general, para aguantar esta clase de tratamientos se precisa una motivación que justifique las incomodidades e inclusive el sufrimiento que supone su puesta en práctica. Por esta razón, los atletas profesionales, extraen de sus metas la fuerza suficiente para justificar el sufrimiento y, el posible peligro de recaída que supone apresurar una restauración.
Un aspecto que un atleta principiante, con metas más modestas y, sin la imperiosa necesidad de recobrarse en datas límites no contempla.
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